La proyección de un mundo idealizado, alternativo al existente, es una demanda crítica del que lo aspira alcanzar. A veces son pequeños cambios posibles pero por difícil se tornan lo contrario y otras, son amplios deseos de cambiar a la sociedad toda, y para esto están las utopías, para transformar las realidades, aunque sea, estar yendo por un largo camino, hacia ellas.
Ese ir más allá de la realidad para marchar construyendo la deseada, la realidad de lo sueños, se plasma en las obras de escritores como Juan Rulfo, dónde en “Nos han dado la tierra” nos muestra a los que marchan por el sendero árido de la realidad, con la verde y húmeda esperanza de alcanzar la tierra prometida. En un contexto post-revolucionario del México de 1912, la revolución popular dentro de una guerra civil, el pueblo se debate entre constitucionalismo, villismo y zapatismo persiguiendo y luchando por el ejido prometido para la pacificación de un país. Utopía inconclusa, proceso imperfecto el dar y quitar, desvaneciendo la utopía que se esfumaría abrasando los verdes sueños dentro del desierto sediento, ahí, donde impera el viento y el sol.
El alcanzar lo utópico aparece en “Corazonada” de Mario Benedetti, escritor uruguayo de la generación de ’45, dónde la chica va por su meta de ser decente en cualquier circunstancia, pequeño sueño que alcanzó, pero desde mi punto de vista, el autor no logra plasmar en lenguaje del pensamiento de una mujer cuando hace hablar a la protagonista parece, pensamiento de hombre. Siento que habla un hombre. Pero el hombre que habla, el escritor, sí persiguió sueños, amplios de libertad para los pueblos oprimidos, llevando su voz de rechazo al capitalismo y a las dictaduras, culpable de su exilio, por el golpe perpetrado por Juan María Bordaberry, el 27 de junio de 1973 y que lo llevó a vagar en el “desexilio” por distintos países a lo largo de 12 años de su prolífica vida de escritor.
Y los sueños muertos son arrastrados en “El Baldío” de Augusto Roa Bastos, en el contexto paraguayo del año 1966.Los restos de un cuerpo donde habitaban los ideales y seguramente el ansía por reivindicar derechos avasallados en la noche negra de la dictadura que se enseñoreaba en el país. Cómo el autor, oponiéndose al que rompe el sistema constitucional, uno paga con el exilio y el otro con la vida. Mostrándole al poder los valores humanos fundamentales, amor, solidaridad, libertad y la verdad pueden en “El baldío”, conmover hasta el mismo que oprime y pervierte la vida de un pueblo, con un llanto de un niño.
Las utopías, las luchas, las demandas del pueblo y sus voces poderosas, que alertan desde su pluma estos los escritores y las denunciaban .Pagan con el exilio su enfrentamiento a esa onda expansiva de dictadura en América Latina, que no callaron y se plasman en “El joven torturado” De miguel Arteche, poema donde late el miedo en un Chile azotado por Pinochet, violador de derechos humanos, con su utopía de salvar al país de un hipotético régimen comunista. Pero demuestran, que hay que perseguirla pero desde la libertad y no desde regímenes de fuerza.